sábado, 16 de mayo de 2020

EVANGELIO - 17 de Mayo - San Juan 14,15-21


    Libro de los Hechos de los Apóstoles 8,5-8.14-17.

    En aquellos días: Felipe descendió a una ciudad de Samaría y allí predicaba a Cristo.
    Al oírlo y al ver los milagros que hacía, todos recibían unánimemente las palabras de Felipe.
    Porque los espíritus impuros, dando grandes gritos, salían de muchos que estaban poseídos, y buen número de paralíticos y lisiados quedaron curados.
    Y fue grande la alegría de aquella ciudad.
    Cuando los Apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que los samaritanos habían recibido la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan.
    Estos, al llegar, oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo.
    Porque todavía no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente estaban bautizados en el nombre del Señor Jesús.
    Entonces les impusieron las manos y recibieron el Espíritu Santo.


Salmo 66(65),1-3a.4-5.6-7a.16.20.


¡Aclame al Señor toda la tierra!
¡Canten la gloria de su Nombre!
Tribútenle una alabanza gloriosa,
digan al Señor: «¡Qué admirables son tus obras!»

Toda la tierra se postra ante ti,
y canta en tu honor, en honor de tu Nombre.
Vengan a ver las obras del Señor,
las cosas admirables que hizo por los hombres.

El convirtió el Mar en tierra firme,
a pie atravesaron el Río.
Por eso, alegrémonos en él,
que gobierna eternamente con su fuerza.

Los que temen al Señor, vengan a escuchar,
yo les contaré lo que hizo por mí:
Bendito sea Dios,
que no rechazó mi oración
ni apartó de mí su misericordia.


Epístola I de San Pedro 3,15-18.

    Queridos hermanos: Glorifiquen en sus corazones a Cristo, el Señor. Estén siempre dispuestos a defenderse delante de cualquiera que les pida razón de la esperanza que ustedes tienen.
    Pero háganlo con suavidad y respeto, y con tranquilidad de conciencia. Así se avergonzarán de sus calumnias todos aquellos que los difaman, porque ustedes se comportan como servidores de Cristo.
    Es preferible sufrir haciendo el bien, si esta es la voluntad de Dios, que haciendo el mal.
    Cristo murió una vez por nuestros pecados -siendo justo, padeció por los injustos- para llevarnos a Dios. Entregado a la muerte en su carne, fue vivificado en el Espíritu.


    Evangelio según San Juan 14,15-21.

    En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos.
    Y yo rogaré al Padre, y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes: el Espíritu de la Verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce. Ustedes, en cambio, lo conocen, porque él permanece con ustedes y estará en ustedes.
    No los dejaré huérfanos, volveré a ustedes.
    Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero ustedes sí me verán, porque yo vivo y también ustedes vivirán.
    Aquel día comprenderán que yo estoy en mi Padre, y que ustedes están en mí y yo en ustedes.
    El que recibe mis mandamientos y los cumple, ese es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él".

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 17 de Mayo - «Le pediré al Padre, y Él os dará otro Defensor que estará siempre con vosotros»


       San Juan de Ávila Sermón: Jamás te dejará si tú no le dejas Sobre el Espíritu Santo, n. 30, 4

«Le pediré al Padre, y Él os dará otro Defensor que estará siempre con vosotros» 

    Así como Jesucristo predicaba, así ahora el Espíritu Santo predica; así como enseñaba, así el Espíritu Santo enseña; así como Cristo consolaba, el Espíritu Santo consuela y alegra. ¿Qué pides? ¿Qué buscas? ¿Qué quieres más? ¡Que tengas tú dentro de ti un consejero, un administrador, uno que te guíe, que te aconseje, que te esfuerce, que te encamine, que te acompañe en todo y por todo! Finalmente, si no pierdes la gracia, andará tan a tu lado, que nada puedas hacer, ni decir, ni pensar que no pase por su mano y santo consejo. Será tu amigo fiel y verdadero; jamás te dejará si tú no le dejas.

    Así como Cristo, estando en esta vida mortal, obraba grandes sanidades y misericordias en los cuerpos de los que lo habían menester y lo llamaban, así este Maestro y Consolador obra estas obras espirituales en las ánimas donde Él mora. Sana los cojos, hace oír a los sordos, da vista a los ciegos, encamina a los errados, enseña a los ignorantes, consuela a los tristes, da esfuerzo a los flacos. Como Cristo andaba entre los hombres haciendo estas tan santas obras, y así como estas obras no las pudiera hacer si no fuera Dios, y las hizo en aquel hombre y las llamamos obras que hizo Dios y hombre, así estas otras que hace acá el Espíritu Santo en el corazón donde mora, las llamamos obras del Espíritu Santo con el hombre como menos principal.

    ¿No se llama desdichado y malaventurado quien no tiene esta unión, quien no tiene tal huésped en su casa? Decidme, ¿lo habéis recibido? ¿Lo habéis llamado? ¿Le habéis importunado que venga? ¡Que Dios sea con vosotros! no sé cómo vosotros podéis vivir sin tanto bien. Mirad todos los bienes, todas las mercedes y misericordias que Cristo vino a hacer a los hombres, todas ésas hace este Consolador en nuestras almas.

SANTORAL - SAN PASCUAL BAILÓN

17 de Mayo


    Su más grande amor durante toda la vida fue la Sagrada Eucaristía. Decía el dueño de la finca en el cual trabajaba como pastor, que el mejor regalo que le podía ofrecer al Niño Pascual era permitirle asistir algún día entre semana a la Santa Misa. Desde los campos donde cuidaba las ovejas de su amo, alcanzaba a ver la torre del pueblo y de vez en cuando se arrodillaba a adorar el Santísimo Sacramento, desde esas lejanías. En esos tiempos se acostumbraba que al elevar la Hostia el sacerdote en la Misa, se diera un toque de campanas. Cuando el pastorcito Pascual oía la campana, se arrodillaba allá en su campo, mirando hacia el templo y adoraba a Jesucristo presente en la Santa Hostia.

    Un día otros pastores le oyeron gritar: "¡Ahí viene!, ¡allí está!". Y cayó de rodillas. Después dijo que había visto a Jesús presente en la Santa Hostia. De niño siendo pastor, ya hacía mortificaciones. Por ejemplo andar descalzo por caminos llenos de piedras y espinas. Y cuando alguna de las ovejas se pasaba al potrero del vecino, le pagaba al otro el pasto que la oveja se había comido con el escaso sueldo que le pagaban.

    A los 24 años pidió ser admitido como hermano religioso entre los franciscanos. Al principio le negaron la aceptación por su poca instrucción, pues apenas había aprendido a leer. Y el único libro que leía era el devocionario, el cual llevaba siempre mientras pastoreaba sus ovejas y allí le encantaba leer especialmente las oraciones a Jesús Sacramentado y a la Santísima Virgen.

    Como religioso franciscano sus oficios fueron siempre los más humildes: portero, cocinero, mandadero, barrendero. Pero su gran especialidad fue siempre un amor inmenso a Jesús en la Santa Hostia, en la Eucaristía. Durante el día, cualquier rato que tuviera libre lo empleaba para estarse en la capilla, de rodillas con los brazos en cruz adorando a Jesús Sacramentado. Por las noches pasaba horas y horas ante el Santísimo Sacramento. Cuando los demás se iban a dormir, él se quedaba rezando ante el altar. Y por la madrugada, varias horas antes de que los demás religiosos llegaran a la capilla a orar, ya estaba allí el hermano Pascual adorando a Nuestro Señor.

    Pascual compuso varias oraciones muy hermosas al Santísimo Sacramento y el sabio Arzobispo San Luis de Rivera al leerlas exclamó admirado: "Estas almas sencillas sí que se ganan los mejores puestos en el cielo. Nuestras sabidurías humanas valen poco si se comparan con la sabiduría divina que Dios concede a los humildes".

    Sus superiores lo enviaron a Francia a llevar un mensaje. Tenía que atravesar caminos llenos de protestantes. Un día un hereje le preguntó: "¿Dónde está Dios?". Y él respondió: "Dios está en el cielo", y el otro se fue. Pero enseguida el santo fraile se puso a pensar: "¡Oh, me perdí la ocasión de haber muerto mártir por Nuestro Señor! Si le hubiera dicho que Dios está en la Santa Hostia en la Eucaristía me habrían matado y sería mártir. Pero no fui digno de ese honor". Llegado a Francia, descalzo, con una túnica vieja y remendada, lo rodeó un grupo de protestantes y lo desafiaron a que les probara que Jesús sí está en la Eucaristía. Y Pascual que no había hecho estudios y apenas si sabía leer y escribir, habló de tal manera bien de la presencia de Jesús en la Eucaristía, que los demás no fueron capaces de contestarle. Lo único que hicieron fue apedrearlo.

    Hablaba poco, pero cuando se trataba de la Sagrada Eucaristía, entonces sí se sentía inspirado por el Espíritu Santo y hablaba muy hermosamente. Siempre estaba alegre, pero nunca se sentía tan contento como cuando ayudaba a Misa o cuando podía estarse un rato orando ante el Sagrario del altar.

    Pascual murió en la fiesta de Pentecostés de 1592, el 17 de mayo (la Iglesia celebra tres pascuas: Pascua de Navidad, Pascua de Resurrección y Pascua de Pentecostés. Pascua significa: paso de la esclavitud a la libertad). Y parece que el regalo de Pentecostés que el Espíritu Santo le concedió fue su inmenso y constante amor por Jesús en la Eucaristía.

    Cuando estaba moribundo, en aquel día de Pentecostés, oyó una campana y preguntó: "¿De qué se trata?". "Es que están en la elevación en la Santa Misa". "¡Ah que hermoso momento!", y quedó muerto plácidamente.

    Después durante su funeral, tenían el ataúd descubierto, y en el momento de la elevación de la Santa Hostia en la misa, los presentes vieron con admiración que abría y cerraba por dos veces sus ojos. Hasta su cadáver quería adorar a Cristo en la Eucaristía. Los que lo querían ver eran tantos, que su cadáver lo tuvieron expuesto a la veneración del público por tres días seguidos. Fue declarado santo en 1690

Oremos
    
    Querido San Pascual consíguenos del buen Dios un inmenso amor por la Sagrada Eucaristía, un fervor muy grande en nuestras frecuentes visitas al Santísimo y una grande estimación por la Santa Misa. Amén

EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL AMORIS LAETITIA SOBRE EL AMOR EN LA FAMILIA



Capítulo cuarto
EL AMOR EN EL MATRIMONIO

89. Todo lo dicho no basta para manifestar el evangelio del matrimonio y de la familia si no nos detenemos especialmente a hablar de amor. Porque no podremos alentar un camino de fidelidad y de entrega recíproca si no estimulamos el crecimiento, la consolidación y la profundización del amor conyugal y familiar. En efecto, la gracia del sacramento del matrimonio está destinada ante todo «a perfeccionar el amor de los cónyuges»[104]. También aquí se aplica que, «podría tener fe como para mover montañas; si no tengo amor, no soy nada. Podría repartir en limosnas todo lo que tengo y aun dejarme quemar vivo; si no tengo amor, de nada me sirve» (1 Co 13,2-3). Pero la palabra «amor», una de las más utilizadas, aparece muchas veces desfigurada[105].


[104] Catecismo de la Iglesia Católica, 1641.

[105] Cf. Benedicto XVI, Carta enc. Deus caritas est (25 diciembre 2005), 2: AAS98 (2006), 218.

viernes, 15 de mayo de 2020

MAYO, MES DE MARÍA

El Mes de María se reza en Mayo, en el llamado “mes de las flores”, que se llama así, porque con la llegada del buen tiempo y tras las lluvias invernales, el campo y los jardines comienzan a cubrirse de un verde intenso y de los colores y aromas de las flores.

EVANGELIO - 16 de Mayo - San Juan 15,18-21.


    Libro de los Hechos de los Apóstoles 16,1-10.

    Pablo llegó luego a Derbe y más tarde a Listra, donde había un discípulo llamado Timoteo, hijo de una judía convertida a la fe y de padre pagano.
    Timoteo gozaba de buena fama entre los hermanos de Listra y de Iconio.
    Pablo quería llevarlo consigo, y por eso lo hizo circuncidar en consideración a los judíos que había allí, ya que todo el mundo sabía que su padre era pagano.
    Por las ciudades donde pasaban, transmitían las decisiones tomadas en Jerusalén por los Apóstoles y los presbíteros, recomendando que las observaran.
    Así, las Iglesias se consolidaban en la fe, y su número crecía día tras día.
    Como el Espíritu Santo les había impedido anunciar la Palabra en la provincia de Asia, atravesaron Frigia y la región de Galacia.
    Cuando llegaron a los límites de Misia, trataron de entrar en Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo permitió.
    Pasaron entonces por Misia y descendieron a Tróade.
    Durante la noche, Pablo tuvo una visión. Vio a un macedonio de pie, que le rogaba: "Ven hasta Macedonia y ayúdanos".
    Apenas tuvo esa visión, tratamos de partir para Macedonia, convencidos de que Dios nos llamaba para que la evangelizáramos.


Salmo 100(99),1-2.3.5.

Aclame al Señor toda la tierra,
sirvan al Señor con alegría,
lleguen hasta él con cantos jubilosos.

Reconozcan que el Señor es Dios:
él nos hizo y a él pertenecemos;
somos su pueblo y ovejas de su rebaño.

¡Qué bueno es el Señor!
Su misericordia permanece para siempre,
y su fidelidad por todas las generaciones.


    Evangelio según San Juan 15,18-21.

    Jesús dijo a sus discípulos: «Si el mundo los odia, sepan que antes me ha odiado a mí.
    Si ustedes fueran del mundo, el mundo los amaría como cosa suya. Pero como no son del mundo, sino que yo los elegí y los saqué de él, el mundo los odia.
    Acuérdense de lo que les dije: el servidor no es más grande que su señor. Si me persiguieron a mí, también los perseguirán a ustedes; si fueron fieles a mi palabra, también serán fieles a la de ustedes.
    Pero los tratarán así a causa de mi Nombre, porque no conocen al que me envió.»

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 16 de Mayo - «No es el siervo mayor que su Señor»


        San Francisco de Sales - Carta: La aflicción nos hace ver el fondo de nuestra miseria 
        A Mme. Bourgeois, Abadesa de Puits d'Orbe; abril de 1605. XIII, 26

«No es el siervo mayor que su Señor» 

    Por lo que me dice nuestro buen padre, todavía estáis en manos de médicos y cirujanos. Comparto vuestros sufrimientos y los encomiendo al Señor para que los haga útiles y que cuando salgáis de ellos se pueda decir de vos lo que se decía del buen Job: «en todo esto, él no pecó, sino que esperaba en Dios.» Valor, mi querida hermana, mirad a vuestro Esposo, vuestro rey, coronado de espinas y desgarrado, de tal modo que se le podían contar los huesos. Pensad que la corona de la esposa no ha de ser más suave que la de su Esposo y que si de tal manera le han destrozado, que se le podían contar los huesos, es cosa justa que se pueda ver uno de los vuestros. Como la «Rosa»entre espinas, así está mi Amada entre la doncellas. Es el lugar natural de esta flor; también es lo más propio del Esposo. Aceptad mil veces al día esta cruz, besadla con gusto por amor de Aquél que os la envía, pues Él la envía por amor y como el más rico presente. Representaos a menudo al Salvador crucificado frente a vos y mirad a ver cuál de los dos sufre más por el otro. Y vuestro mal os parecerá enseguida mucho menor. ¡Dios mío, qué feliz vais a ser eternamente si sufrís por Dios ese pequeño mal que Él os envía!

    No os engañaréis si pensáis que estoy junto a vos en esta tribulación; lo estoy de corazón y con todo afecto. Pero, hija mía, tened confianza, sed firme; si creéis, veréis la gloria de Dios. ¿Qué creéis que es el lecho del dolor? No es otra cosa sino escuela de humildad; en él aprendemos a ver nuestras miserias y debilidades y lo vanos, sensibles y desvalidos que somos. Es uno de los grandes beneficios que nos trae la aflicción, que nos hace ver el fondo de nuestra miseria.

SANTORAL - SAN JUAN NEPOMUCENO

16 de Mayo


   Nació en Bohemia (Checoslovaquia) entre los años 1340 - 1350, en un pueblo llamado Nepomuc, de ahí el sobrenombre Nepomuceno. Fue párroco de Praga y obtuvo el doctorado en la Universidad de Padua. Después ocupó el alto puesto de Vicario General del Arzobispado.

    El rey de Praga, Wenceslao, se dejaba llevar por dos terribles pasiones, la cólera y los celos y dicen las antiguas crónicas que siendo Juan Nepomuceno confesor de la reina, se le ocurrió al rey que el santo le debía contar los pecados que la reina le había dicho en confesión, y al no conseguir que le revelara estos secretos, se propuso matarlo. Luego el rey tuvo otro gran disgusto, consistió en que el monarca se proponía apoderarse de un convento para regalar las riquezas que allí había a un familiar. El Vicario Juan Nepomuceno se opuso a esto rotundamente, ya que evidentemente esos bienes pertenecían a la Santa Iglesia.

    El rey se llenó de cólera, el Santo fue torturado y su cuerpo arrojado al río Mondalva. Esto ocurrió en el año 1393. Los vecinos recogieron el cadáver para darle santa sepultura.

    En 1725, más de 300 años después del suceso, una comisión de sacerdotes, médicos y especialistas encontraron que la lengua del mártir se encontraba incorrupta, aparentemente seca y gris. De repente, en presencia de todos empezó a tomar apariencia de ser la de una persona viva. Todos se pusieron de rodillas ante este milagro. Fue el cuarto milagro que realizó el santo antes de ser proclamado oficialmente como tal.

    San Juan Nepomuceno fue considerado patrono de los confesores, porque prefirió morir antes que revelar los secretos de la confesión. En Praga, en el puente desde el cual fue echado al río, se conserva una imagen de este gran santo, y muchas personas, al pasar por allí le rezan devotamente.

Oremos

    Oh Dios, que por el invencible silencio sacramental del bienaventurado  Juan Nepomuceno adornaste tu iglesia con una nueva corona del martirio; concédenos, por su intercesión y ejemplo, que moderemos nuestra lengua y suframos todos los males de este mundo, antes que el detrimento de nuestras almas. Por Jesús Cristo Nuestro Señor. Amén

EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POST-SINODAL CHRISTIFIDELES LAICI SOBRE VOCACIÓN Y MISIÓN DE LOS LAICOS EN LA IGLESIA Y EN EL MUNDO



CAPÍTULO III
OS HE DESTINADO PARA QUE VAYÁIS Y DEIS FRUTO
La corresponsabilidad de los fieles laicos en la Iglesia-Misión




La familia, primer campo en el compromiso social

40. La persona humana tiene una nativa y estructural dimensión social en cuanto que es llamada, desde lo más íntimo de sí, a la comunión con los demás y a la entrega a los demás: «Dios, que cuida de todos con paterna solicitud, ha querido que los hombres constituyan una sola familia y se traten entre sí con espíritu de hermanos»[144]. Y así, la sociedad, fruto y señal de la sociabilidad del hombre, revela su plena verdad en el ser una comunidad de personas.

Se da así una interdependencia y reciprocidad entre las personas y la sociedad: todo lo que se realiza en favor de la persona es también un servicio prestado a la sociedad, y todo lo que se realiza en favor de la sociedad acaba siendo en beneficio de la persona. Por eso, el trabajo apostólico de los fieles laicos en el orden temporal reviste siempre e inseparablemente el significado del servicio al individuo en su unicidad e irrepetibilidad, y del servicio a todos los hombres.

Ahora bien, la expresión primera y originaria de la dimensión social de la persona es el matrimonio y la familia: «Pero Dios no creó al hombre en solitario. Desde el principio "los hizo hombre y mujer" (Gn 1, 27), y esta sociedad de hombre y mujer es la expresión primera de la comunión entre personas humanas»[145]. Jesús se ha preocupado de restituir al matrimonio su entera dignidad y a la familia su solidez (cf. Mt 19, 3-9); y San Pablo ha mostrado la profunda relación del matrimonio con el misterio de Cristo y de la Iglesia (cf. Ef 5, 22-6, 4; Col 3, 18-21; 1 P 3, 1-7).

El matrimonio y la familia constituyen el primer campo para el compromiso social de los fieles laicos. Es un compromiso que sólo puede llevarse a cabo adecuadamente teniendo la convicción del valor único e insustituible de la familia para el desarrollo de la sociedad y de la misma Iglesia.

La familia es la célula fundamental de la sociedad, cuna de la vida y del amor en la que el hombre «nace» y «crece». Se ha de reservar a esta comunidad una solicitud privilegiada, sobre todo cada vez que el egoísmo humano, las campañas antinatalistas, las políticas totalitarias, y también las situaciones de pobreza y de miseria física, cultural y moral, además de la mentalidad hedonista y consumista, hacen cegar las fuentes de la vida, mientras las ideologías y los diversos sistemas, junto a formas de desinterés y desamor, atentan contra la función educativa propia de la familia.

Urge, por tanto, una labor amplia, profunda y sistemática, sostenida no sólo por la cultura sino también por medios económicos e instrumentos legislativos, dirigida a asegurar a la familia su papel de lugar primario de «humanización» de la persona y de la sociedad.

El compromiso apostólico de los fieles laicos con la familia es ante todo el de convencer a la misma familia de su identidad de primer núcleo social de base y de su original papel en la sociedad, para que se convierta cada vez más en protagonista activa y responsable del propio crecimiento y de la propia participación en la vida social. De este modo, la familia podrá y deberá exigir a todos —comenzando por las autoridades públicas— el respeto a los derechos que, salvando la familia, salvan la misma sociedad.

Todo lo que está escrito en la Exhortación Familiaris consortio sobre la participación de la familia en el desarrollo de la sociedad [146] y todo lo que la Santa Sede, a invitación del Sínodo de los Obispos de 1980, ha formulado con la «Carta de los Derechos de la Familia», representa un programa operativo, completo y orgánico para todos aquellos fieles laicos que, por distintos motivos, están implicados en la promoción de los valores y exigencias de la familia; un programa cuya ejecución ha de urgirse con tanto mayor sentido de oportunidad y decisión, cuanto más graves se hacen las amenazas a la estabilidad y fecundidad de la familia, y cuanto más presiona y más sistemático se hace el intento de marginar la familia y de quitar importancia a su peso social.

Como demuestra la experiencia, la civilización y la cohesión de los pueblos depende sobre todo de la calidad humana de sus familias. Por eso, el compromiso apostólico orientado en favor de la familia adquiere un incomparable valor social. Por su parte, la Iglesia está profundamente convencida de ello, sabiendo perfectamente que «el futuro de la humanidad pasa a través de la familia»[147].


[144] Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. sobre la Iglesia en el mundo actual Gaudium et spes, 24.

[145] Ibid., 12.

[146] Cf Juan Pablo II, Exh. Ap. Familiaris consortio, 42-48: AAS 74 (1982) 134-140.

[147] Ibid., 85: AAS 74 (1982) 188.

jueves, 14 de mayo de 2020

MAYO, MES DE MARÍA

El Mes de María se reza en Mayo, en el llamado “mes de las flores”, que se llama así, porque con la llegada del buen tiempo y tras las lluvias invernales, el campo y los jardines comienzan a cubrirse de un verde intenso y de los colores y aromas de las flores.

EVANGELIO - 15 de Mayo - San Juan 15,12-17


    Libro de los Hechos de los Apóstoles 15,22-31.

    En aquellos días, los Apóstoles, los presbíteros y la Iglesia entera, decidieron elegir a algunos de ellos y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas, llamado Barsabás, y a Silas, hombres eminentes entre los hermanos, y les encomendaron llevar la siguiente carta: "Los Apóstoles y los presbíteros saludamos fraternalmente a los hermanos de origen pagano, que están en Antioquía, en Siria y en Cilicia.
    Habiéndonos enterado de que algunos de los nuestros, sin mandato de nuestra parte, han sembrado entre ustedes la inquietud y provocado el desconcierto, hemos decidido de común acuerdo elegir a unos delegados y enviárselos junto con nuestros queridos Bernabé y Pablo, los cuales han consagrado su vida al nombre de nuestro Señor Jesucristo.
    Por eso les enviamos a Judas y a Silas, quienes les transmitirán de viva voz este mismo mensaje.
    El Espíritu Santo, y nosotros mismos, hemos decidido no imponerles ninguna carga más que las indispensables, a saber: que se abstengan de la carne inmolada a los ídolos, de la sangre, de la carne de animales muertos sin desangrar y de las uniones ilegales. Harán bien en cumplir todo esto. Adiós".
    Los delegados, después de ser despedidos, descendieron a Antioquía donde convocaron a la asamblea y le entregaron la carta.
    Esta fue leída y todos se alegraron por el aliento que les daba.


Salmo 57(56),8-9.10-12.


Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar al son de instrumentos:
¡despierta, alma mía!
¡Despierten, arpa y cítara,
para que yo despierte a la aurora!

Te alabaré en medio de los pueblos, Señor,
te cantaré entre las naciones,
porque tu misericordia se eleva hasta el cielo
y tu fidelidad hasta las nubes.
¡Levántate, Dios, por encima del cielo,
y que tu gloria cubra toda la tierra!


    Evangelio según San Juan 15,12-17.

    Jesús dijo a sus discípulos: «Este es mi mandamiento: Amense los unos a los otros, como yo los he amado.
    No hay amor más grande que dar la vida por los amigos.
    Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando.
    Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre.
    No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá.
    Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.»

    Palabra del Señor

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - 15 de Mayo - «Este es mi mandamiento: amaos los unos a los otros como yo os he amado»


        San Gregorio Magno - Sobre los Evangelios: ¿Por qué nos “manda” a amar? n. 27 : PL 76, 1204

«Este es mi mandamiento: amaos los unos a los otros como yo os he amado» 
    
    Todas las palabras sagradas del Evangelio están repletas de mandamientos del Señor. ¿Entonces, por qué, el Señor dijo que el amor era su mandato? "Este es mi mandamiento: amamos los unos a los otros." Resulta que todos los mandamientos surgen del amor, que todos los preceptos son sólo uno, y cuyo único fundamento es la caridad. Las ramas de un árbol brotan de la misma raíz: así todas las virtudes nacen sólo de la caridad. La rama de una buena obra, no permanece vigorosa, si separa de la raíz de la caridad. Por lo tanto, los mandamientos del Señor son numerosos, y al mismo tiempo son uno: múltiples por la diversidad de las obras, uno en la raíz del amor.

    ¿Cómo mantener este amor? El mismo Señor nos lo da a entender: en la mayoría de los preceptos de su Evangelio, ordena a sus amigos que se amen en Él, y que amen a sus enemigos por Él. El que ama a su amigo en Dios y su enemigo por Dios, posee la verdadera caridad.

    Hay personas que aman a sus familiares, pero sólo movidos por sentimientos de afecto que surgen del parentesco natural... Las palabras sagradas del Evangelio no hacen a estos hombres ningún reproche. Pero lo que espontáneamente se le da a la naturaleza es una cosa, y aquello que se da por caridad en obediencia es otra. Las personas a las que me he referido, aman sin duda a su prójimo... pero según la carne y no según el Espíritu... Diciendo: "Este es mi mandamiento: amaos los unos a los otros", el Señor, inmediatamente ha añadido: "Como yo os he amado." Estas palabras significan claramente: "amar por la misma razón que Yo os he amado".